lunes, abril 09, 2007

Sobre Erwin

Cero y van cinco empates en casa, lo peor es que este fue, por primera vez, sin anotación alguna.
Luego de la masacre en Buenos Aires, la urgencia del primer triunfo en el infierno era una exigencia en la garganta de los aficionados rojos. Ante la falta de contundencia de la delantera, la impotencia hizo presa de la legión escarlata que acudió al Nemesio Diez, esperando que el triunfo se diera por fin en casa.

Cada crisis exige un culpable, y en esta ocasión la mirada furiosa de la afición cayó inmisericorde sobre el casaca 9 del Toluca; Erwin Ávalos.

El muchacho salió deshecho de la cancha. Gallego lo defendió mientras pudo. Ante la cada vez más dramática situación , lo aguantó de más. Finalmente hizo el cambio al minuto 73, lo abrazó y le dio ánimos. Erwin se dijo tranquilo, pero admitió lo apremiante de su situación; "Es un poco difícil para mí (los abucheos), pero yo me quedo tranquilo porque dentro de la cancha trato de dar lo mejor posible, los goles no están llegando pero me mato ayudando al equipo".

Yo no estoy tan seguro a cerca de si se muere o no en la cancha, lo que me queda claro es que no es el culpable, o al menos no el único, de lo que pasa en Toluca.

También, pareció facil


La cuestión es que Toluca nunca apareció en la cancha del José Amalfitani. La máquina que había borrado de la cancha a Boca una semana antes no apareció jamás. Por el contrario, sobre el césped vimos a unos diablos medrosos, con el freno puesto, sin sangre.

La especulación no se puede dar en términos de cansancio por carga excesiva de trabajo, ni por peso del partido. Lo que vimos en la cancha de Vélez dista mucho de cualquier justificación y lo resumió muy bien el técnico rojo, quien quería ganar más que nadie este encuentro; “es imposible, cuando se sale a jugar sin el cuchillo entre los dientes”. Es un hecho que eso fue lo que sucedió.

Ante Boca no se podía jugar a especular, a esperar a ver qué pasaba. Al minuto 15 un centro de Riquelme fue rematado de manera acertada por Jonathan Maidana ante la complicidad de la defensa choricera. El acabose se dio al minuto 23, cuando Palermo remató sólo ante el arco de Cristante, pero el disparo salió chorreado hacia la línea de meta. En México, ese balón se da automáticamente por perdido. Quizás pase igual en Argentina, pero en el marco de una Copa Libertadores queda claro que no sucede así. Palermo, al darse cuenta que el balón aún no salía, hizo por él, logrando el centro asesino que Riquelme sólo tuvo que empujar para establecer el segundo en la frente del Diablo.

Lo demás fue lo de menos. Toluca haciendo tímidos esfuerzos, Boca cazando a su presea herida de muerte. Gallego optando por reír ante la inoperancia de un cuadro rojo que esa funesta noche parecía no tener corazón ni vergüenza.

Una derrota visitando al Boca podría estar en el presupuesto de cualquier equipo contendiente por la Libertadores, lo que duele es que no haya sido en un partidazo, que no se haya vendido cara, que no haya sido dejando la piel en la cancha.

Ahora sólo queda ganar la calificación en la casa del Bolivar. Mostrar que se tiene corazón arrebatando una victoria que pertenece al Toluca por derecho. En Bolivia esta el orgullo, ahí habrá de ir el diablo a recuperarlo.